lunes, 1 de septiembre de 2008

En la playa con Madonna

Cuando me dijo ¿me echai’ bronceador?, le dije “bueno”, sabiendo que iba a odiar un poco su cuerpo perfecto. De repente, le vi un lunar negro en el hombro. Sin pensarlo mucho, se me escapó el comentario “deberías verte eso, puede ser cancerígeno”. Se dio vuelta con los ojos blancos y me dijo con voz ronca “No importa; ya hice el pacto, yo no me muero más”. “Bueno”, musité, y me tumbé en la toalla con los audífonos puestos. Desperté cuando el sol se había ido, la playa vacía. En mi mp3 sonaba Cindy Lauper esta vez.

4 comentarios:

malditas musas dijo...

Me gusta porque en tus historias hay personajes vivos y reconocibles en uno mismo... con sus miserias, miedos, como revelación de lo oculto.

Me gusta dejarme sorprender en este espacio.

besotes,
musa

La Morsa a la Deriva dijo...

Pagar la inmortalidad con el alma es el pagadios* por excelencia.

*Pagadios: perro muerto. (¿perro muerto? me quedo con el pagadios, que para el contexto va mejor).

Oscar Grillo dijo...

Yo una vez me fui a tomar sol en Venice Beach y Marie Dressler me puso el bronceador. Yo en realidad hubiese preferido que lo hiciese Amelia Yelda, mi actriz favorita de todos los tiempos.

Anónimo dijo...

Yo Daniel esta historia es dulce de chocolate con Madona